El ámbar no es una piedra, sino una resina fosilizada. Sus propiedades curativas se conocen y se utilizan des de hace más de 40 millones de años.
El ámbar ayuda a normalizar el funcionamiento de las glándulas tiroides y del sistema inmunitario, así como también tiene efectos calmantes sobre el sistema nervioso.
A los niños les ayuda a aliviar los dolores durante la dentición y disminuye el exceso de babeo. La eficacia se basa en su electromagnetismo que tiene un efecto beneficioso sobre el sistema nervioso del niño.